El tener y la propia seguridad como meta de su vida. El hombre insolidario, solitario y temeroso; en esa vida no hay amor, sólo relación posesiva con “las cosas”. Sin Dios, sin nadie… La voz, la conciencia, la humanidad le protestan desde dentro; le ponen delante lo injusto y engañoso de su situación: ¿cómo no te das cuenta de…? ¿cuánto piensas vivir? ¿de qué te sirve todo si tú te pierdes… y tantos otros se pierden por tu cerrazón?”
¿A qué me invita el Señor en este día?