Un nuevo nacimiento, una vida nueva, vida de hijos de Dios. Este es el milagro del Espíritu…esto presupone una delicada atención a las voces del Espíritu, una interior docilidad a sus sugerencias y por lo mismo, más todavía, una plena disponibilidad que sólo una sincera libertad de todos y de todo hace posible y eficaz. «El viento sopla donde quiere, y oye su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu» Me viene a la mente la comparación con el planeador de arrastre cuya fuerza y capacidad de velocidad, la tiene toda y solamente del dejarse llevar dócilmente sin ninguna resistencia, del aeroplano que lo conduce.
Vivir hoy, en todo momento y en toda misión el ser «contemplativo en la acción», supone un don y una pedagogía de oración que nos capacite para una renovada «lectura» de la realidad -de toda la realidad- desde el Evangelio y para una constante confrontación de esa realidad con el Evangelio.
P. Pedro Arrupe, SJ
¿Qué te dice el Señor esta noche?