Dos ciegos siguieron a Jesús, gritando: “Ten piedad de nosotros, Hijo de David”.
Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó:
“¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?”
Ellos le respondieron: “Sí, Señor”.
Jesús les tocó los ojos, diciendo: “Que suceda como ustedes han creído”.
Y se les abrieron sus ojos.
Entonces Jesús los conminó: “¡Cuidado! Que nadie lo sepa”.
Reflexionamos
• “Ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región” (Mt 9,31)
• El ser agradecido al bien recibido es una cualidad estimada. La gratitud es un gran valor.