Jesús dijo a sus discípulos:
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.
Reflexionamos
La experiencia de vida nos indica que toda tarea que hacemos bien es siempre gratificada o compensada. Esto nos estimula a seguir haciendo las cosas de la mejor forma posible. Forma parte de los estímulos que se requieren para que una persona pueda crecer. Lo que Jesús nos propone es no buscar el reconocimiento, más bien dimensionar que nuestra acción contribuye a edificar el Reino de Dios dándole gracias por colaborar en su obra. ¿Percibo que mis acciones ayudan a construir el Reino de Dios?