Lee atentamente.
Después de que se ve cómo el Señor nos salva y está cercano a nosotros incluso en aquellas situaciones de pecado y en los más oscuros pasadizos de nuestra vida, nos viene siempre un deseo de hacer el bien, o al menos en la intención de querer cambiar nuestros comportamientos que más nos alejan de Él. Ahora hay que operativizar estos deseos ¿Qué puedo hacer por Cristo? ¿A qué me envía el Señor? De fondo pide lo de Pablo: Gal 2,20 No soy yo quien vive en Cristo, sino Cristo quien vive en mi.
He sido crucificado con Cristo, y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Lo que vivo en mi carne, lo vivo con la fe: ahí tengo al Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí. Esta es para mí la manera de no despreciar el don de Dios
¿A qué te invita el Señor en este día?
¿Qué le dices al Señor antes de tu descanso?
