+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: “Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez”.
“¿De dónde me conoces?”, le preguntó Natanael.
Jesús le respondió: “Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera”.
Natanael le respondió: “Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel”.
Jesús continuó: “Porque te dije: «Te vi debajo de la higuera”, crees. Verás cosas más grandes todavía”.
Y agregó: “Les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.
Reflexionamos
Es frecuente que nos cautiven hechos deslumbrantes en las personas, como su fama, su belleza, su inteligencia racional, o portentos como la precognición, la fuerza, etc. Sin embargo, rara vez llama la atención la bondad. Esta no suele acompañarse con las luces y el aplauso. El toque cariñoso en el hombro de alguien afligido no tiene el impacto de quien dona con fanfarria millones de pesos en una campaña televisada. Y, sin embargo, estos gestos del corazón tienen impacto de eternidad.
Natanael se impactó con algo que vio Jesús a la distancia y quedó muy asombrado. Jesús le dice que eso es nada comparado con lo que verá un día: por la muerte de un ajusticiado en una cruz, los cielos derramarán el Espíritu Santo por toda la tierra. Tu forma de mirar, ¿te permite distinguir lo importante de lo simplemente llamativo?