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Padre, he pecado contra Dios y ante ti

31 de Agosto 2016     soporte    

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Lee atentamente, Lucas 15, 11-32.

Jesús continuó: «Había un hombre que tenía dos hijos.  El menor dijo a su padre: “Dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y el padre repartió sus bienes entre los dos. El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después se fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada.  Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad.  Fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un habitante del lugar, que lo envió a su campo a cuidar cerdos.  Hubiera deseado llenarse el estómago con las bellotas que daban a los cerdos, pero nadie se las daba.

 Finalmente recapacitó y se dijo: “¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre!  Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: Padre, he pe cado contra Dios y contra ti.  Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asalariados.”  Se levantó, pues, y se fue donde su padre.

Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó.  Entonces el hijo le habló: «Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.»  Pero el padre dijo a sus servidores: «¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies.  Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta,  porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.» Y comenzaron la fiesta.

 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile.  Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. El le respondió: «Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.»

El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle. Pero él le contestó: «Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.  Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo.»

 El padre le dijo: «Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo.  Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.»

El pecado es cerrar el corazón al amor que Dios nos regala por medio de las personas que nos rodean y en nosotros mismos. Al amar, el corazón se nos expande, pero al rechazar la vida que se nos ofrece sentimos una sequedad interna. Es la no vida.

Contempla la escena y recréala como uno más que participa de ella.  Sigue al hijo en su recorrido; cuando pide lo suyo, cuando se va y malgasta su vida.  Mira el reencuentro con el Padre, quédate un rato en el abrazo que el Padre le da al hijo, y en la fiesta que le hace.

¿En qué consistió mi pecado hoy? 

¿Qué hubiese hecho yo, en lugar del hermano mayor?

¿Qué te dice el Señor antes del descanso?

Categories: Buenas Noches

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