+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará”. Y ellos quedaron muy apenados.
Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?” “Sí, lo paga”, respondió.
Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?” Y como Pedro respondió: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hemos entrado a la semana número diecinueve del Tiempo durante el Año cuyo color de ornamento para la misa es el verde. Seguimos con la lectura semicontinua del Evangelio según San Mateo, el cual nos trae hoy dos breves textos, el primero es un anuncio de Jesús y el segundo es un apotegma (o sea, una breve historia en torno a una frase). Primero, San Mateo nos presenta el segundo anuncio de la pasión que es el más breve y genérico de los tres; el evangelista destaca que estamos en Galilea y específicamente en Cafarnaúm, la ciudad de Jesús, esto porque Galilea es el lugar del inicio del ministerio de Jesús y de la Iglesia, es el lugar de la elección de los discípulos y, ahora, el Señor se apronta a dejar Galilea para su Pascua en Jerusalén. En el anuncio se identifica a Jesús con el Hijo del Hombre de Dn7,13 y se deja claro que su Muerte y Resurrección son obra del Padre Celestial, esto se hace con el pasivo divino: “será entregado… será resucitado…” Segundo, leemos el apotegma de la moneda en la boca del pez. El tema surge por la pregunta hecha a Pedro sobre el pago del impuesto anual al Templo de medio siclo de plata o dos dracmas prescrito en Ex 30,11-16; si bien algunos defendían que el pago no era obligatorio (por ejemplo, los saduceos), otros decían que sí lo era, pero una vez en la vida. Jesús, curiosamente igual que los saduceos, defendía que los hijos estaban exentos del impuesto, sobre todo la gente pobre de Galilea, para él ese impuesto era voluntario y de hecho él lo pagaba, pero queda claro que Jesús paga el impuesto por solidaridad con sus hermanos judíos y con el Templo que él respetaba y honraba.
¿Qué significa para mí el anuncio de la Pasión de Jesús? ¿Qué me dice mi mente y mi corazón cuando pienso en Galilea? ¿Hago aportes voluntarios a la Iglesia (Uno por ciento, por ejemplo) o a sus obras sociales (Fundación Don Bosco, por ejemplo)?