+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús envió a sus doce apóstoles, diciéndoles:
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.
Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
Palabra del Señor.
Reflexión
San Mateo nos sigue presentado el «discurso misionero», ayer nos había presentado la lista de los discípulos y el mandato de ir a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Los apóstoles deben realizar la misma predicación que ya han hecho Juan el Bautista (Mt 3,2) y Jesús de Nazareth (Mt 4,17): “el Reino de los Cielos está cerca”. Para cumplir la misión Jesús les da el poder de curar enfermos, leprosos y endemoniados; incluso llama la atención que les da el poder de resucitar muertos, esto lo hace para mostrar al pueblo que los tiempos mesiánicos han llegado, ya que la Escritura siempre refiere la llegada del Mesías con la sanación de los enfermos, la alegría de los pobres y también la resurrección de los muertos (Is 26,19). Junto con este poder, el Señor les da instrucciones bien concretas sobre el cómo llevar a cabo la misión; las instrucciones son de una austeridad sorprendente, no deben llevar bienes materiales (dinero, comida), ni ropa de recambio, ni sandalias (podrían ir más rápido con ellas) ni bastón (además de apoyares en él, sirve como arma para defenderse de animales y asaltantes); Jesús quiere que los misioneros vayan sólo confiados en la Divina Providencia. Jesús insiste, igual que los rabinos, que “lo recibido gratuitamente, lo den también gratuitamente”, ya que las verdades divinas de salvación son para todos. Por otro lado, la gente misionada debe acoger a los misioneros, de lo contrario al irse deben sacudir “hasta el polvo de sus pies”; esta indicación hace referencia a la norma básica de acogida que es ofrecer al visitante agua para lavarse los pies (que van descalzos), por eso, si no los reciben, el sacudir el polvo de los pies indica que los misioneros no tienen nada que ver con esa casa o ciudad.
¿Creo que puedo ser misionero del Señor? ¿Confío en la Divina Providencia como Jesús indicó a los misioneros? ¿Cómo acojo el mensaje del Señor en mi vida?