+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:
Padre santo, cuídalos en tu Nombre que me diste para que sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, Yo los cuidaba en tu Nombre que me diste; los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
Así como Tú me enviaste al mundo, Yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.
Palabra del Señor.
Reflexión
La “Oración sacerdotal” de Jesús nos muestra que el amor del Padre por el Hijo es el origen de la creación y de la redención, la venida de Jesús y su Pascua es la glorificación del Padre y la donación de la Vida Eterna es la finalidad de la glorificación de Jesús, así la unidad de los discípulos con el Padre y el Hijo y su santificación son fruto de la ofrenda de Jesús. Jesús hace tres peticiones. La primera es la petición de unidad; Jesús, retomando el tema de la Vid y los sarmientos, quiere que la unidad de sus discípulos sea un reflejo de la unidad que hay entre el Padre y el Hijo, se refiere a que sean uno en la fe y en el amor. El Señor ha cuidado de los discípulos en el nombre de Dios mientras vivió con ellos y ahora le pide al Padre que cuide ellos para que crezcan en la unidad. La segunda petición, que viene después de las palabras de gozo, es la liberación del Maligno, tal como Jesús enseñó en el Padrenuestro; esta petición se refiere a que los discípulos vivan en el amor y la salvación dada por el Señor, el cual no puede ser vencido por el Demonio; pero los discípulos, que siguen en el Mundo, si pueden ser vencidos, por eso deben ser protegidos del odio homicida que es la tentación diabólica del Maligno. La tercera petición es la de la santificación en la verdad; la santidad es la limpieza de pecado y la unión con Dios, por eso Cristo pide al Padre que haga suyos a los discípulos uniéndolos a sí y acercándolos, esto es, santificándolos que es lo mismo que consagrándolos; para ello Jesús hace ofrenda sacrificial de sí mismo: “por ellos me consagro”.
Según las tres peticiones de Jesús, ¿He crecido en comunión y unidad con mis hermanos (as)? ¿Vivo en el amor de Dios o en el odio del Maligno? ¿Me siento consagrado (a) por Dios?