+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Los escribas que habían venido de Jerusalén decían acerca de Jesús: “Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los demonios”.
Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: “¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre”.
Jesús dijo esto porque ellos decían: “Está poseído por un espíritu impuro”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hemos iniciado la tercera semana del Tiempo durante el Año. En el contexto más amplio que nos dan los capítulos 3,7 al 6,6 del Evangelio según San Marcos en los que Jesús será rechazado en Galilea, estamos leyendo las respuestas negativas hacia su persona, ya vimos, el sábado recién pasado, la acusación que le hizo su familia y ahora corresponde la acusación que le hacen los escribas con la correspondiente defensa de Jesús y el juicio que Él hace de ellos. El relato de San Marcos comienza con la doble imputación que le hacen al Maestro Nazareno unos escribas venidos de Jerusalén; ellos dicen, en primer lugar, que Jesús está poseído por un demonio concreto llamado Belzebul (=señor del estiércol) y, en segundo lugar, dicen que Jesús hace exorcismos ayudado por Satanás, el príncipe de los demonios. Pero el Señor les responde que no tiene ningún sentido que Satanás le ayude a expulsar demonios, ya que los exorcismos son una amenaza para el mismo Satanás; a continuación, Cristo Jesús les da tres ejemplos que ilustran lo mismo: un reino, una casa y Satanás, si ellos están divididos contra sí mismos es imposible que puedan sobrevivir, se destruyen a sí mismos. Termina, el Señor, su defensa con la parábola del hombre fuerte: Jesús que es el “más fuerte” (Mc 1,7) y es el enemigo de Satanás, ha entrado en su casa y lo ha atado, por eso hace los exorcismos. Por último, San Marcos nos presenta el juicio que hace el Maestro de los escribas que lo acusan: ellos pecan gravemente, pecan contra el Espíritu Santo, ya que atribuyen las acciones de Jesús al poder de Satanás, siendo que toda la misión evangelizadora del Señor, todo su ministerio, incluyendo las curaciones, todo es fruto y obra del poder del Espíritu Santo.
¿Reconozco la acción del Espíritu Santo en mi vida? ¿Pongo mi fe sólo en el Señor y nada más que en Él? ¿He buscado “ayuda” en otros caminos no compatibles con mi fe cristiana?