+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
Jesús volvió a Cafarnaúm y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y Él les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a Él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.
Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: “¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: “¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o «Levántate, toma tu camilla y camina»? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.
Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: “Nunca hemos visto nada igual”.
Palabra del Señor.
Reflexión
En su capítulo dos el Evangelio según San Marcos nos presenta a Jesús actuando con su conocida autoridad signo de la presencia amorosa y compasiva de Dios, la cual ya no sólo causa admiración de parte del pueblo, sino también exasperación, repulsa y obstinación por parte de los dirigentes de Israel. Varios son los sucesos que presenta este apartado: la vocación de Leví, la comida con los pecadores y las discusiones sobre el ayuno y sobre el sábado. Pero la primera escena, que leemos hoy, y donde se produce la primera de las cuatro controversias narradas por Marcos en este capítulo es el milagro de La curación del paralítico. Unos hombres traen al paralítico cruzando todos los obstáculos, a causa de la multitud junto a la puerta de la casa de Pedro; Jesús al ver la fe de aquellos hombres hace un acto revelador perdonando los pecados del paralítico. Frente a esto unos escribas deducen que Jesús blasfema, porque siendo hombre se arroga el poder de Dios, ya que sólo Dios puede perdonar pecados (Sal 103,3; Is 43,25; Dn 9,9); hay que decir que su razonamiento es correcto, pero lo que ellos no han tomado en cuenta es la posibilidad de que la actuación de Jesús sea la revelación de su condición divina, porque se obstinan en su ceguera. Sabiendo los pensamientos de los escribas el Señor le dice al paralitico que se ponga de pie y vaya a su casa y él así lo hizo. Jesús sigue la lógica de los escribas, si el paralítico se sanó fue porque sus pecados fueron perdonados y si sus pecados fueron perdonados es por la condición divina de Jesús, ya que sólo Dios puede perdonar los pecados. La gente en cambio, ante el milagro y revelación, se asombra y glorifica a Dios.
¿He experimentado la presencia amorosa y compasiva de Dios? ¿Creo que Jesús comprende y perdona mis pecados, a través de su Iglesia? ¿Descubro en la persona de Jesús al verdadero hombre y verdadero Dios?