+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a la multitud:
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy nos corresponde celebrar la Fiesta de Santa Rosa de Lima, Patrona de América Latina; por esta razón las lecturas de la misa se toman del Leccionario Santoral y el evangelio corresponde a San Mateo. Estamos en el final del Discurso en Parábolas que nos presenta el evangelista, leemos hoy dos de las tres parábolas que cierran el discurso: el tesoro y la perla. Este discurso se ubica entre el rechazo a Jesús y su retirada progresiva para convocar un nuevo pueblo, por lo tanto, las parábolas develan con claridad las actitudes opuestas de la gente y de los discípulos (as) de Jesús, estos últimos entienden las parábolas porque Dios les revela los misterios del Reino, mientras que los primeros no entienden porque han cerrado su corazón. El propósito de estas dos parábolas es manifestar el misterio del Reino de Dios; si bien al leerlas llama la atención el valor ilimitado del tesoro y de la perla, en realidad el centro de atención está en el comportamiento de quienes lo venden todo para adquirir el objeto encontrado; por lo tanto, la clave está en el descubrimiento de algo valioso que provoca la reacción inmediata de los protagonistas de ambas historias, lo mismo pasa con el Reino de los Cielos una vez que se ha descubierto en todo su valor hay que tomar postura frente a él y ningún precio es demasiado alto, de ahí la insistente invitación de Jesús a seguirlo y dejarlo todo; la alegría plena viene de encontrar a Jesús (y su Reino) y convertirse a Él, ya que el Reino es un tesoro de tan alto valor que quien así lo comprende daría gozosamente todo para conseguirlo (como lo hizo la joven Rosa), por lo tanto la conducta “a medias” no sirve frente al Reino de Dios.
Como hizo Rosa de Lima, ¿Abro mi corazón al mensaje de Jesús? ¿Soy como la “gente” o soy discípulo (a)? ¿Estoy dispuesto (a) a dejarlo todo por Jesús y su Reino?
