+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar «maestro», porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen «padre», porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco «doctores», porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.
Reflexión
El Evangelio según San Mateo nos ha mostrado como Jesús ha experimentado el rechazo de parte de su pueblo, en general y de los dirigentes religiosos, en particular; por eso en el texto de hoy se nos presenta una introducción a un extenso discurso de condena para con esos líderes del pueblo judío, empezando hoy, por los fariseos y escribas. Jesús advierte a sus discípulos que no sean como ellos, que hagan lo que dicen, pero no lo que hacen, ya que ellos buscan los primeros puestos y Jesús dice siéntate en el último lugar, ellos colocan cargas pesadas sobres las personas y Jesús tiene un yugo suave y ligero, ellos hacen cosas para que los vean y alaben y Jesús dice que ores en tu pieza y que tu mano derecha no sepa lo que hace tu otra mano. Luego continúa el Señor con su enseñanza, diciendo que no deben importar los títulos, cargos o puestos entre los cristianos, como si importaban en el ambiente judío para los fariseos y escribas. Para Jesús todos los discípulos (y discípulas) son hermanos y, por lo tanto, no debe primar el afán de querer ser más que los demás, sólo Él es el Señor y todos los demás deben ser discípulos por igual; la búsqueda de poder, de honores, de dignidades, de reconocimiento, de aplausos, destruye el mensaje evangélico del Maestro, el cual es “manso y humilde corazón” (Mt 11,29); por lo tanto, el discípulo (a) debe humillarse para ser ensalzado: “Cuanto más grande seas, tanto más debes humillarte, y encontrarás gracia ante el Señor” (Si 3,18); el cristiano (a) debe seguir el ejemplo de Jesús que “siendo de condición divina… se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo… se humilló así mismo…” (Flp 2,6-9).
¿He tenido, alguna vez, una actitud parecida a la de los fariseos? ¿Soy sencillo(a) y humilde de corazón o busco los aplausos de los demás? ¿Creo que todo lo bueno que soy viene del Señor y sólo de Él?