+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Se acercó Pedro y le preguntó a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”.
Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: ‘Dame un plazo y te pagaré todo’. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El otro se arrojo a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Éste lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?’ E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy terminamos la lectura del discurso comunitario de Jesús con la pregunta de Pedro sobre el perdón y la parábola de los dos deudores, ambos elementos cierran la segunda parte del discurso, sección que empezamos a leer ayer. Pedro pregunta hasta qué límite hay que perdonar a los ofensores y el Señor responde de forma sorprendente: no hay límite, hay que perdonar siempre. Entonces Jesús presenta la parábola de los dos deudores, para ilustrar y reforzar su exhortación a perdonar siempre, sin límites. El primer deudor debe a su señor el Rey la increíble cantidad de diez mil talentos, esta es una suma exorbitante de dinero (unos tres mil ochocientos millones de dólares o tres billones de pesos), pero como el siervo le suplica al Rey que le dé más plazo para pagar (en realidad es una deuda imposible de pagar) entonces el Rey se compadece e, increíblemente le perdona toda la deuda. Al salir de la sala del trono el siervo perdonado se encuentra a uno de sus compañeros que le debía la cantidad de cien denarios (unos quinientos mil pesos) y entonces le cobra sin compasión ni misericordia y eso que su colega le debía 1/600.000 (un seiscientosmilésimo) de lo que él debía al Rey; entonces, su compañero le suplica que le dé más tiempo, pero él lo manda a la cárcel. Al enterarse el rey se enfureció, porque el siervo debió haber perdonado a su compañero tal como él había sido perdonado. El rey se lo hace ver claramente y lo manda a la cárcel. Termina Jesús sentenciando que debemos perdonar de corazón a los hermanos tal como Dios nos perdona a nosotros. «La parábola nos pide dos cosas: que cada uno recuerde sus propias faltas y que no guarde rencor a quien yerra [Apolinar de Laodicea]».
¿He perdonado como Dios perdona? ¿Me cuesta perdonar? ¿Hay alguien a quien todavía no he perdonado?