El año 2022 ha sido intenso y todos esperamos con ansias el verano para descansar. Tiempo que nos brinda una oportunidad para profundizar en aspectos de nuestra vida que la actividad diaria, a veces un poco acelerada no nos permite. Este es un tiempo para acordarnos del relato del Génesis. Dios Padre, después de finalizar su obra y ver que era muy buena, al séptimo día, descansó. Convirtamos nuestro tiempo de verano en ese séptimo día que nos ayuda a contemplar lo realizado durante el año y ver lo que «ha sido muy bueno».
Demos a este tiempo, también momentos de profundidad. Si vamos a algún lado, podemos bucear en lo profundo y ayudarnos en la contemplación de la naturaleza. La playa con sus atardeceres, la cordillera o el campo con tanta variedad de vida,… nos hablan de la presencia misteriosa de Dios en su creación. Ojalá que este verano sea también tiempo de generosidad, para los reencuentros con quienes los sentimos más lejanos y así recuperar relaciones con amigos o familiares que las prisas u otras situaciones del año han ido erosionando. Son regalos que nos traen este tiempo. Sobre todo puede ser tiempo para reencontrarnos con Dios: «buscar y hallar a Dios en todas las cosas» y saber que todo lo anterior podemos vivirlo como búsqueda y relación con el Señor, privilegiando la oración personal. Oración que podemos hacer paseando, o contemplando el paisaje, leyendo la Palabra de Dios o en el silencio de nuestra habitación…César González
Colaborador EIPJ
¿puedo organizar en el tiempo de vacaciones un momento de silencio y reflexión
personal?