Don Bosco sentía una pasión inmensa por salvar a los jóvenes, sobresalía la fe y esperanza que tenía en ellos, sin importar su condición o situación los acogía con cariño, decía: “No hay jóvenes malos, hay jóvenes que no saben que pueden ser buenos y alguien tiene que decírselos”. Pero la confianza se trabaja, construye y educa, estos niños y jóvenes que Don Bosco acogía no eran educados, o de hogares estables y bien constituidos, nuestro Santo fundador salió al encuentro de niños y jóvenes delincuentes, niños de la calle, con vicios, carentes de valores. Seguramente como hoy la tarea no fue fácil. La vida cristiana siempre nos llama a la esperanza, don Bosco nos invita a construir esa esperanza con una riqueza añadida, Fe en el hombre, salgamos de nuestras comodidades y sigamos su ejemplo; busquemos y acompañemos a nuestros niños y jóvenes con caridad y disciplina, recemos por ellos para que Jesús obre en sus corazones.
Claudia Martí
Salesianos Concepción
¿Tu vida apostólica salesiana, te mueve a involucrarte con los niños y
jóvenes?
