-Mamá, se me rompió el juguete
– ¡Qué le vamos a hacer! no podemos comprar otro Tomás.
A Tomás se le llenan los ojos de lágrimas y piensa para sí:
– ¡Se me acabó la Navidad! ¿Qué puedo hacer?
Mientras llora en la vereda su vecino Nicolás se acerca y le pregunta:
– ¿Qué sucede Tomás? ¿por qué lloras?
– Porque se acabó la Navidad para mí, se ha roto el juguete que me han regalado
– Juega con el mío, te lo presto
– Pero al final del día te lo llevarás a tu casa
– No importa te lo vuelvo a prestar mañana y de esa manera la Navidad no
terminará jamás porque mientras compartamos la Navidad seguirá viva entre
nosotros.
Tomás entendió muy bien el mensaje de su vecino Nicolás, desde ese día
aprendió que la Navidad se perpetúa en el tiempo mientras haya un espíritu de
comunión.Lorena Basualto
EIPJ, Ámbito Evangelización y catequesis
¿Estás viviendo el espíritu navideño?