La Iglesia reconoce que, en María, Jesús anticipó sus dones salvíficos, permitiéndole nacer sin el pecado original. Nosotros participamos de este misterio a través del bautismo que es un nuevo nacimiento donde recibimos estos dones espirituales de constituirnos en hijos del Padre, hermanos de Jesucristo y miembros de la Iglesia donde María es nuestra madre. Hoy estamos felices porque a través de María reconocemos que el misterio pascual se hace vivo en nosotros liberándonos de todas nuestras muertes personales y sociales. María es el ícono de la nueva humanidad y de aquello que Dios puede hacer en nosotros y nosotras.
Lorena Basualto
EIPJ
¿Recordamos el día de nuestro bautismo?