+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: “Jesús, Hijo de David, ¡ten compasión de mí!” Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”
“Señor, que yo vea otra vez”.
Y Jesús le dijo: “Recupera la vista, tu fe te ha salvado”. En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.
Palabra del Señor.
Reflexión
En el día de ayer hemos iniciado la semana número treinta y tres, que es la penúltima del Tiempo durante el año (tempus per annum), también llamado Tiempo Ordinario. Continuamos en la compañía del evangelista San Lucas, quien nos presenta el milagro de la curación del ciego de Jericó. Antes de llegar a la ciudad de Jericó, Jesús hizo el tercer anuncio de su pasión, los Doce escuchan, pero no entienden y ya están a punto de llegar a Jerusalén. Antes de subir a la ciudad santa hay que pasar por Jericó, ahí un mendigo ciego, al enterarse de que está pasando Jesús de Nazaret grita con voz fuerte: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”. Reinar en el trono de David significa tener compasión de los necesitados y marginados de la sociedad; por eso San Lucas coloca este milagro al terminar el largo camino del Señor hacia Jerusalén, para destacar así su condición de Mesías (Hijo de David), resumiendo su ministerio en la actitud de misericordia que lo caracteriza. El ciego reconoce a Jesús como Mesías (cosa que los discípulos aún no son capaces de hacer). «El ciego [comenta Cirilo de Alejandría] se acerca a Él [a Jesús] como el que se acerca al Dios omnipotente… Él tenía fe que la Palabra, que era Dios, por su propia voluntad se había sometido a nacer de la carne de la Virgen santa. Se acerca ahora a Él como a Dios…» Se acerca y proclama a los cuatro vientos su fe en Él, por eso una vez obrado el milagro, el hombre que había sido ciego se transforma en discípulo siguiendo a Jesús hacia su Pascua en Jerusalén.
¿Qué cegueras necesito que el Señor me quite? ¿Soy capaz de confesar mi fe ante los demás como hizo el ciego? ¿Demuestro mi pertenencia al Reino de Dios preocupándome de los más necesitados?