+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: “¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: «Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos». Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden”.
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
Palabra del Señor.
Reflexión
Sigue hoy la polémica de Jesús contra los Doctores de le Ley. El Señor le enrostra su perversa actitud para con los profetas, que ellos han heredado de sus antepasados y desenmascara su “piadosa” costumbre de erigir mausoleos para los profetas muertos. Es claro que construir un mausoleo tiene la función de honrar a la persona que ha muerto y esto tiene mucho sentido en el caso de un profeta, ya que este habla en nombre de Dios. Pero Jesús los acusa de que el hecho de construir mausoleos para los profetas muertos indica que los doctores de la ley sólo honran a los profetas muertos, ya que al estar muertos no los pueden molestar más, es más se podría decir que los escribas de los fariseos construyen los mausoleos, específicamente, para asegurarse de que los profetas estén muertos; así lo hicieron los antepasados de ellos y así lo hacen en el presente, remata Jesús. «En efecto [comenta San Ambrosio], con la edificación de los sepulcros de los profetas pregonaban el crimen de aquellos que los habían matado, e imitando sus acciones, se declaraban herederos de la iniquidad paterna; ya que lo que se considera digno de castigo no es el construir sino el imitar». Por lo tanto, lo que el Señor está declarando es que estos maestros no quieren escuchar el mensaje profético de Jesús, no quieren abrir su corazón a la Palabra de Dios y, como Jesús les molesta, sólo buscan acabar con su vida como ha pasado desde Abel hasta Zacarías. Termina Jesús denunciando que los maestros de la ley tienen la llave de la ciencia, es decir, la Ley de Moisés, pero no saben descubrir que ella prepara el camino para acoger a Jesús, ellos no lo acogen y tampoco dejan que los demás lo hagan.
¿Escucho a Jesús? ¿Escucho la Palabra de Dios? ¿Abro mi corazón y me dejo transformar por el Señor?