+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: “Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben”.
Jesús les contestó: “¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar”.
Les hizo además esta comparación: “Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. El vino nuevo se pone en odres nuevos. Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: el añejo es mejor”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús continúa su predicación, sana a un leproso y a un paralítico, al cual le perdona los pecados, además invita a un cobrador de impuestos llamado Leví a ser su discípulo y participa en un banquete con pecadores. En este contexto los fariseos y escribas le cuestionan por la práctica de sus discípulos que no ayunan, como si lo hacen ellos dos veces a la semana, los jueves y los lunes (por la subida y bajada de Moisés al Sinaí). Pero Jesús declara solemnemente que ellos no pueden ayunar ya que el Novio está con ellos; de esta manera, el Señor está anunciando que los tiempos mesiánicos han llegado y que el Reino de Dios está actuando en su persona, por lo tanto, sólo hay motivo para celebrar; el Señor llama «a sus discípulos invitados a la boda… ministros de las fiestas y pregoneros que invitan a sentarse a la mesa» (Efrén de Nisibi). Jesús es el profeta de la alegría que asocia su ministerio con las profecías que anuncian la llegada del Día de Señor y el gran banquete mesiánico, el banquete de Bodas entre Dios y su pueblo. Termina el Maestro exhortando a entrar en la alegría del Banquete usando la comparación entre lo nuevo y lo viejo; lo nuevo o novedoso es el Reino inaugurado, predicado y testimoniado por Jesús (el vino nuevo) y lo viejo son las prácticas de los fariseos amarrados a las leyes de los antepasados (los odres viejos). No se trata de eliminar la Ley y los Profetas (el vino añejo) sino de adaptarlos a la novedad del Evangelio (el vino nuevo). Al respecto dice Cirilo de Alejandría: «las palabras de Cristo… no pueden ser admitidas en los corazones de los hombres que no han participado todavía de la renovación del Espíritu Santo».
¿Cómo vivo la alegría del Evangelio? ¿Soy profeta de alegría en medio de los problemas de hoy? Conozco la enseñanza del Santo Padre sobre la alegría: ¿Evangelli Gaudium, Gaudete et exsultate?