+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él.
Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: “Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”. Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo.
Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.
Palabra del Señor.
Reflexión
En este día nuevamente interrumpimos la lectura semicontinua del Evangelio según San Mateo, esto porque celebramos la Fiesta de la Transfiguración del Señor, la cual obviamente posee lecturas propias. En este año, regido por el Ciclo dominical C, corresponde la lectura del Evangelio según San Lucas y su versión de la transfiguración de Jesús. Lucas está narrando los últimos momentos de la predicación del Señor en Galilea y se concentra en la revelación que hace Cristo Jesús a sus discípulos. Recién, en los versículos anteriores, San Lucas ha descrito como el Señor acaba de hacer el primer anuncio de su pasión y, en un fuerte contraste, ahora el evangelista narra el acontecimiento de la transfiguración. Los “detalles” de la oración que realiza Jesús y de la montaña como el lugar donde se encuentran indican la importancia del acontecimiento que se está por describir, se nos va a revelar la verdadera gloria de Jesús, gloria que viene del mismo Dios que es su Padre (versículo 35). Así como la voz de Dios identificó a Jesús como su Hijo en el bautismo en el Jordán, cuando el Maestro Galileo iniciaba su misión, lo mismo hace ahora que Él está pronto a iniciar su trascendental viaje hacia Jerusalén, la ciudad santa donde se producirá el éxodo de Jesús, del cual hablan Moisés y Elías cuando aparecen junto al Maestro de Nazaret; este éxodo describe la liberación que obrará Jesús con su Pascua, su muerte liberadora y la misma resurrección anunciada por la transfiguración. El resplandor de Jesús (Ex 34,29), la nube que lo cubre (Ex 40,35; 1Re 8,10), Moisés y Elías (Dt 18,15-18; Mal 2,22-23) nos indican que Jesús viene a cumplir y dar plenitud a todas las realidades del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, por eso nosotros tenemos que escucharle.
¿Cómo acojo la revelación de Jesús en mi vida? ¿Estoy dispuesto a escuchar a Jesús y seguirlo hacia su Pascua? ¿Qué significa para mí el acontecimiento de la Transfiguración?