+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Al enterarse de la muerte de Juan el Bautista, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: “Éste es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos”.
Pero Jesús les dijo: “No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”.
Ellos respondieron: “Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados”.
“Tráiganmelos aquí”, les dijo.
Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos ya en la semana dieciocho del Tiempo durante el Año, de un total de treinta y cuatro semanas que tiene este tiempo. Seguimos avanzando en la lectura semicontinua del Evangelio según San Mateo. Hoy este evangelista nos presenta el relato de la multiplicación de los panes. Llama la atención que este milagro es narrado un total de seis veces en los evangelios (dos en Mc y en Mt y una en Lc y en Jn) y esto se debe a la profundidad del significado del acontecimiento. Hay claras evocaciones eucarísticas en el relato y así lo dan a entender los cuatro evangelistas; Jesús toma los panes (y pescados) levanta los ojos, pronuncia la bendición, parte el pan y lo da a sus discípulos; estos son los gestos de la Última Cena. Esta gran comida hecha por Jesús, a orillas del Mar de Galilea, quiere mostrar que el pan que da Jesús calma el hambre de todos; con Jesús se cumplen las profecías del Banquete Mesiánico al que todos están invitados. Jesús se presenta delante de todos como el nuevo Moisés que ya no entrega el maná, sino que entrega un pan que sacia a todos, que es su propio Cuerpo; también Jesús se presenta como el nuevo Eliseo que multiplica el pan, ya no para 100 personas como hizo el profeta, sino para 5.000 “sin contar mujeres y niños”. Los tiempos mesiánicos llegaron y esta gran comida es un signo de ello. Sobre este milagro comenta San Jerónimo: «Cuando el Señor parte los panes abundan los alimentos. En efecto, si hubieran permanecido enteros, si no hubieran sido cortados en trozos ni divididos en cosecha multiplicada, no hubieran podido alimentar a las gentes, los niños, las mujeres, a una multitud tan grande».
¿Creo que Jesús es la respuesta a todas mis necesidades? ¿Qué significa la Eucaristía para mí? ¿Participo de la Santa Misa dominical?
