+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”.
Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”
Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
Luego dirá a los de su izquierda: “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron”.
Éstos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?”
Y Él les responderá: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”.
Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hemos iniciado la primera semana del Tiempo de Cuaresma. El evangelio de hoy está tomado de San Mateo. Este pasaje conocido como el juicio de las naciones, aunque tiene versículos que corresponden a una parábola (32 y 33) es, en realidad, un “discurso de revelación apocalíptica”, que sólo lo encontramos en Mateo con algún versículo paralelo en Jn 5,29 y Dn 12,2. Esta perícopa (pequeña unidad de texto autónoma) es la gran conclusión del quinto discurso de Jesús que nos presenta el evangelista y también constituye el cierre del ministerio público de Jesús. Las palabras del Señor describen su constante enseñanza sobre como los cristianos deben prepararse para su entrada en el Reino de Dios, por eso se dirige a los discípulos (as) para exhortarlos a vivir “una religión práctica de acciones de misericordia”; para Jesús el discipulado es equivalente al amor al prójimo, a la preocupación por los necesitados. El Maestro enseña que Dios reunirá todas las naciones del mundo (eso incluye también a Israel) y en esa reunión, el papel de juez lo ocupa el Hijo del Hombre (ver Dn 7,9.13.14) y como tal separa las ovejas de los cabritos; la palabra “eriphon” (=cabritos) parece referir a unos animales de poco valor. El Hijo del Hombre como Rey ejecuta la Voluntad de su Padre Celeste e invita a los justos a entrar en el Reino; es a Jesús a quien corresponde, en primer lugar, traer el Reino de Dios y, en segundo lugar, admitir a las personas en él. El criterio de admisión se describe con seis de las siete obras de misericordia corporales. Al escuchar las palabras del Señor los justos se sorprenden, ya que ellos al actuar con misericordia jamás pretendieron “comprar el favor de Dios” y descubren como Dios toma en serio el actuar humano.
¿Conozco las obras de misericordia espirituales y corporales? ¿Actúo con misericordia en mi vida cotidiana? ¿Cómo me imagino ante el juicio de Jesús?