San Agustín, con un fino y agudo sentido psicológico, escribe:
«Ante todo debéis guardaros de las sospechas, porque estas son el veneno de la amistad».
La sospecha es el juicio malicioso sobre el otro o los otros sin suficiente fundamento real. Un paso más y caemos en la calumnia, que es la afirmación falsa sobre la conducta del
prójimo.
Las sospechas que engendran intrigas y maledicencias son el veneno de la amistad.
La amistad se derrumba cuando empiezan las sospechas.
La amistad no puede subsistir en un clima de enfrentamiento y de discordia. Solo puede florecer la amistad en un ambiente pacífico y sereno que fomente la verdad y el bien.
Si queremos evitar a toda costa el peor veneno de la amistad, eliminemos las sospechas.
¿Qué me dice El Señor hoy?