+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí con ellos y bautizaba. Juan Bautista seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar. Juan no había sido encarcelado todavía.
Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la purificación. Fueron a buscar a Juan y le dijeron: “Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a Él”.
Juan respondió:
“Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Ustedes mismos son testigos de que he dicho: «Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de Él».
En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz.
Por eso mi gozo es ahora perfecto. Es necesario que Él crezca y que yo disminuya”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos llegando al término del Tiempo de Navidad cuyo color litúrgico es el blanco, mañana terminará con la celebración la Fiesta del Bautismo del Señor y el lunes se iniciará la Primera Semana del Tiempo durante el Año (antes llamado Tiempo Ordinario), cuyo color litúrgico es el verde. Hoy el evangelista San Juan nos presenta una discusión entre un judío (quizá seguidor de Jesús) y los discípulos de Juan Bautista acerca de la purificación que quería indicar el bautismo de Juan, ya que al mismo tiempo también Jesús bautizaba. El problema que se plantean es cuál de los dos bautismos es mejor, por decirlo de alguna manera. Pero Juan, nuevamente y de forma clara y rotunda, da testimonio de Jesús, diciendo que él no es el Mesías, sino el que prepara el camino, y si Jesús bautiza es porque su misión la ha recibido del Cielo (o sea de Dios); Juan se compara con el amigo del Esposo, porque el Esposo es el que se casa y el amigo es el que se alegra por Él al escuchar su voz; lo importante para Juan es que el Esposo tome protagonismo, porque él como su amigo ya cumplió su cometido, que era preparar el camino. No es de extrañarse, por lo tanto, que las misiones de Juan y de Jesús tengan distintos resultados, ya que ese es el plan de Dios y es Él quien envía creyentes a Jesús (Jn 6,37); la gente acude ahora a Jesús y no a Juan porque la misión de éste simplemente ya terminó; “Es necesario que él crezca y que yo disminuya” sentencia firmemente Juan el Bautista.
¿Es Jesús el protagonista de mi vida? ¿Qué significa para mí ser bautizado por Jesús? En mi vida cristiana y pastoral ¿Soy consciente de que Jesús debe brillar y no yo?