+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”
Él respondió: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y Él les responderá: «No sé de dónde son ustedes».
Entonces comenzarán a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas». Pero Él les dirá: «No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”.
Palabra del Señor.
Reflexión
A partir de texto que leemos en el día de hoy, se inicia la segunda parte de la instrucción que hace Jesús a sus discípulos sobre el camino cristiano durante su viaje a la ciudad santa de Jerusalén. San Lucas destaca con fuerza el profundo simbolismo del viaje de Jesús, es un viaje que el Señor hace hacia Jerusalén para encontrarse con la Voluntad de su Padre Celeste. Utilizando material del Documento Q (Fuente de dichos de Jesús) Lucas construye el texto que leemos hoy, presentándonos palabras de insistencia de Jesús en la necesidad del arrepentimiento, esto porque el camino cristiano exige total fidelidad a Jesús y, además, proporciona compañeros de viaje perteneciente a toda nación, raza y lengua, los cuales están todos invitados al banquete escatológico anunciado por los profetas. La puerta estrecha describe la conversión del corazón para entrar en el banquete del Reino; la puerta cerrada describe la necesidad de participar de verdad, y no de apariencia, de la vida de Jesús. Aquellos que se jactaban de conocer el mensaje de Jesús quedan fuera del banquete, ya que para ellos Jesús era Alguien con quien comieron y bebieron un par de veces, pero no compartieron su vida como Él lo exige, no participaron de su vida que se manifiesta en que comparte su mesa con los más humildes; no basta con conocer a Jesús o saber sobre Él, hay que vivir con Él y sobre todo como Él. Con Jesús se hace realidad el banquete escatológico (del final de los tiempos) anunciado por Isaías (Is 25,6-8) donde todos los pueblos son invitados a sentarse a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob formando el pueblo de Israel reconstituido por Jesús y quedando fuera los que no quisieron comprometerse con el camino propuesto por el Nazareno.
¿Busco, como Jesús, cumplir la Voluntad del Padre? ¿Cultivo en mí la actitud de arrepentimiento? ¿Prefiero la puerta ancha en vez de la estrecha?