+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: «No matarás», y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero Yo les digo que todo aquél que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquél que lo insulta, merece ser castigado por el Tribunal. Y el que lo maldice, merece el infierno.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo..
Palabra del Señor.
Reflexión
En el día de hoy San Mateo nos presenta la primera de las seis antítesis con las cuales Jesús perfecciona la Ley. Mejor que antítesis, que sería la enseñanza de Jesús que se opone a la del AT, habría que llamarlas hipertesis (todavía más que la tesis) porque Jesús va más allá de la enseñanza del AT, profundizándola o radicalizándola. Por eso lo primero que dice el Señor es que la justicia (santidad) de los discípulos debe ser superior a la de los fariseos y escribas, esto se trata de descubrir la intención primera y verdadera de Dios al dar los mandamientos, y esa intención es la que enseña Jesús: vivir como justo es hacer la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios se extiende a todos los ámbitos de la vida humana, representada aquí por las seis antítesis. La primera antítesis, se refiere al quinto mandamiento del Decálogo: No matarás. No hay contradicción entre Moisés y Jesús, ya que el Señor en ningún caso anula el mandamiento, sino que lo hace más exigente, lo perfecciona; así el que ofende a su hermano es reo de culpa a los ojos de Dios. Al hablar de hermanos Jesús nos recuerda que los discípulos son hermanos porque tienen un mismo Padre Celestial. Dos son las ofensas que Mateo recoge del arameo y hebreo: raká y moré (versículo 22b), siendo insultos, grave el primero y más grave el segundo, que merecerían castigos, como el tribunal (Sanedrín) el primero y la Gehena de fuego (donde se quema la basura), el segundo; pero más que el castigo lo que más importa es el arrepentimiento y la reconciliación con el hermano, para que así el culto ofrecido a Dios sea puro, santo y verdadero, no sólo apariencia externa, como enseñaron los Profetas.
¿Cómo vivo los mandamientos? ¿Cómo es mi relación con el prójimo? ¿He pedido perdón a quien he ofendido?