+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.
Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente”. Jesús les respondió: “Ya se los dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre.
El Padre y Yo somos una sola cosa”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Seguimos en la Pascua y camino a la Solemnidad de Pentecostés. Estamos leyendo el Libro de los Signos del Evangelio según San Juan en una sección que nos lleva por las principales fiestas de los judíos, ya pasaron el Sábado, la Pascua, los Tabernáculos y ahora la Fiesta de la Dedicación. Al igual que en los Tabernáculos Jesús se presenta en el Templo de Jerusalén y es cuestionado sobre su identidad y se genera una fuerte polémica en torno a Jesús como el Mesías, polémica que terminará con el rechazo de los judíos a las solemnes declaraciones de Jesús sobre su relación con el Padre Celestial. Así el evangelista Juan nos presenta a Jesús nuevamente en una fiesta judía en el Templo de Jerusalén (donde ya habían atentado contra su vida); aquí los judíos demandan de Jesús una respuesta pública a la pregunta de si Él es el Mesías esperado. El Señor les responde: “Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen”. Esta respuesta hace referencia a que en la fiesta anterior en el Templo Él se reveló como el Cristo, y también ante la samaritana y el ciego de nacimiento. Frente a esta revelación sólo las ovejas de Jesús escuchan su voz y creen en Él, los judíos se niegan a creer porque no son de las ovejas de Jesús, no se han dejado conocer por Él, no lo siguen; han cerrado su corazón a la palabra del Señor y con ello han cerrado su vida al mismo Dios, ya que Jesús insiste: “El Padre y yo somos una sola cosa”. Esta verdad es la que han comprendido las ovejas de Jesús representadas por la samaritana y el ciego de nacimiento que comprendieron que las obras de Jesús dan testimonio de su identidad.
¿Siento que soy una oveja de Jesús? ¿O soy como los judíos que no le creen a Jesús? ¿Qué obras de Jesús descubro que dan testimonio de Él?