+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Se los repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos.» Al oír esto, los discípulos, espantados y decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible.» Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué será de nosotros?» Jesús les dijo: «Les aseguro que ustedes que me han seguido, en el mundo nuevo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, se sentarán también ustedes en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o campos por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. «Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.
Palabra del Señor.
Reflexión
A raíz del fracaso del joven rico, Jesús advierte a sus discípulos (y a nosotros) sobre los peligros del dinero. Las riquezas o bienes materiales no son un problema sólo del joven rico, sino de toda persona; por este motivo hace esta comparación hiperbólica del camello con el ojo de una aguja, la inmensa desproporción de la comparación (típica de Jesús) indica que para seguir al Señor hay que hacerse “pequeño” y el peso de las riquezas es “demasiado grande”; sólo confiándonos en Dios podemos abrir el corazón para empezar a liberarnos de los bienes materiales, por puro esfuerzo humano es imposible. Siguiendo con el fracaso del joven rico, Pedro pregunta a Jesús qué les tocará a los Doce, ya que ellos lo han dejado todo para seguirlo. El Señor da dos respuestas a esta pregunta. La primera anuncia que los Doce se sentarán en tronos para juzgar a Israel, si no se convierte de su incredulidad para con Jesús (Ver Daniel 7,9). La segunda, anuncia que los discípulos que han dejado todo (familia, bienes y riquezas) para seguirlo, no quedarán en el vacío de la nada o del sinsentido, sino que recibirán una riqueza mucho mayor, imposible de contar, de calcular, de imaginar, esto es, la vida eterna junto a Dios.
Puedo hacer un silencio para revisar mi vida entera y descubrir qué apegos materiales tengo, qué actitudes tengo frente al dinero y al consumo, qué actitud tengo frente a la “última moda” y la “última tecnología”, qué actitud tengo para con el pobre y el marginado. Tengo clara mi opción de vida: ¿Es Dios o el dinero?