+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña en el campo”.
Él les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo, del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviara a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.
¡El que tenga oídos, que oiga!”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Continúa, en el día de hoy discurso en parábolas que es el tercer discurso de Jesús nos presenta San Mateo. En el día de hoy corresponde la explicación de la parábola del trigo y la cizaña. Mateo presenta una explicación alegórica de la parábola de Jesús con claros tintes cristianos y moralizantes. El énfasis puesto por el evangelista no está en la convivencia del trigo y la cizaña, sino en la perspectiva del Juicio; quedan claramente identificados los antagonistas, los que pertenecen al Reino de Dios son la buena semilla y los que pertenecen al Maligno son la cizaña; Mateo explica que, en el fin del mundo, (los profetas asociaban la cosecha con el Juicio de Dios) la cizaña será quemada y los justos resplandecerán como el Sol (Daniel 12,3). Por lo tanto, San Mateo está exhortado a la comunidad cristiana a revisar la propia vida, de cada uno y de la comunidad, reflexionando en el resultado de las propias acciones y las consecuencias para cada uno; si bien es cierto que la cizaña no puede dejar de ser lo que es, no es menos cierto que las personas representadas por la cizaña (los que son del Maligno) si pueden dejar de pertenecer al Maligno, pueden cambiar, pueden convertirse, pueden pertenecer al Reino de los Cielos. Esta es la llamada para cada uno de nosotros: la llamada a la constante conversión.
Miro mi vida, ¿En qué momento he sido cizaña? ¿Cómo puedo quitar de mi vida la cizaña para que la buena semilla que Dios plantó en mí brille como el Sol?