+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante Él para pedirle algo.
“¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús.
Ella dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.
“No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé?”
“Podemos”, le respondieron.
“Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así.
Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy nuevamente se interrumpe la lectura semicontinua del Evangelio según San Mateo que hemos estado haciendo, ya que corresponde la Fiesta del Apóstol Santiago que naturalmente tiene lecturas propias. El texto de esta Fiesta corresponde a la petición que hace la madre de Santiago y Juan (los hijos de Zebedeo) para que sus hijos ocupen puestos de gran relevancia en el Reino de Jesús, que se sienten uno a cada lado del Señor, es lo que pide. Esta curiosa escena se produce después del tercer anuncio de su Pasión, que hace Jesús y antes de la curación de dos ciegos; esta ubicación nos está indicando que los dos hermanos no entienden nada del trascendental anuncio de la Pasión que acaba de hacer Jesús porque son como los dos ciegos y no ven la verdadera forma de ser discípulo. El Señor explica que para ser verdadero discípulo no hay que buscar poder sino beber el cáliz de Jesús, es decir, compartir el camino del Señor incluso hasta la muerte y les anuncia que ellos si darán la vida por Él, pero que el sentarse a su derecha e izquierda no es su prerrogativa, sino del Padre (Mt 24,36; Hch 1,7); podríamos pensar en los dos ladrones crucificados uno cada de lado de Jesús. Los otros diez discípulos se indignaron (porque también ansiaban el poder), pero Jesús los corrige y les enseña que el poder se ejerce como Él lo hace, siendo el servidor de todos, como el Siervo sufriente de Yahweh que da su vida en rescate por una multitud (es decir por todos).
¿Cómo es mi relación con el poder? ¿Busco el poder o busco servir? ¿Acepto el sufrimiento como parte del seguimiento de Jesús o prefiero los privilegios por sobre todo?