+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él respondió:
“¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera”.
Les dijo también esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: «Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Entonces córtala, ¿para qué malgastar la tierra?» Pero él respondió: «Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
Ayer veíamos que Jesús nos invitaba a interpretar los hechos históricos sociales y personales en clave de fe, pero hoy Él mismo nos hace caer en la cuenta de que esta tarea no es fácil y que puede llevarnos a confusiones, especialmente cuando nos encontramos con situaciones complejas o eventos con víctimas de una desgracia, donde la lectura suele ser que reciben un castigo por sus pecados. Los judíos creían que cualquier mal que sufriera una persona era un castigo por su pecado. Mientras más tenga que sufrir una persona, ¡entonces su pecado debe ser mayor! Jesús rechaza esta noción simplista. No quiere nuestro castigo ni nuestro dolor… quiere nuestra conversión; enfatiza el arrepentimiento, que significa una vuelta hacia Dios y nuestros prójimos. Hoy, reconociendo nuestra incapacidad de dar los frutos que se espera de nosotros, con la imagen del cultivo y la fertilización de la higuera, el evangelio enfatiza la misericordia de Dios en acción y la necesidad de darnos tiempo para arrepentirnos y crecer en nuestra fe, especialmente porque a veces podemos sentir que nuestra vida es estéril. Que esta parábola de la paciencia, no ayude a trabajar por los cambios en nuestra vida y en nuestro entorno.
Algunas palabras con advertencias claras de Jesús, que nos alerta de los riesgos de sentirnos demasiado satisfechos con nosotros mismos y con nuestra forma de actuar. ¿Hay algo que sienta que debo cambiar, un área en mis relaciones con la que no me sienta satisfecho?