+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: “¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: «Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos». Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden”.
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
A medida que avanza el Evangelio de Lucas, Jesús puede ser visto como estando en un permanente enfrentamiento con los líderes políticos y religiosos de los judíos. Él se vuelve cada vez más franco. En el Evangelio de hoy Jesús eleva su tono acusatorio, y tensa un poco más la cuerda de los que le escuchan. Se dirige a los juristas que se han quedado con la llave del saber, y les dice que ellos no han entrado e impiden cerrando el paso a que otros puedan entrar… Por eso, este Evangelio nos interpela y nos cuestiona hoy y exige de nosotros una respuesta, una posición, porque tras este conflicto, a reacción de las autoridades religiosas contra Jesús fue inmediata. Al considerarse los únicos y verdaderos intérpretes de la ley de Dios, tratan de provocar a Jesús alrededor de la interpretación de la Biblia para poder cazar con insidias algunas palabras de su boca. Así continúa y crece la oposición contra Jesús y crece el deseo de eliminarlo. Ayer como hoy, nuestras acciones son, en gran medida, consecuencia de lo que se vive en el interior del corazón. Y si allí no hay bondad, no habrá obras buenas.
Mirando nuestra vida y nuestra realidad, ¿se ha ido de nosotros el amor y el cuidado hacia nuestro prójimo? ¿Estamos nosotros en peligro de entrar en el desamor, pero en un mundo políticamente correcto de los escribas y fariseos?