+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús dijo a los fariseos:
“¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!
¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!”
Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: “Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros”.
Él le respondió: “¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!”.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
En el Evangelio de hoy sigue la relación conflictiva entre Jesús y las autoridades religiosas de la época. El hecho triste es que el poder espiritual sea abusado y distorsionado para dar estatus y prestigio a los líderes religiosos. Sabemos que el corazón del mensaje de Jesús es la compasión amorosa, pero sus palabras, dirigidas a hipócritas religiosos, son palabras de enojo. Jesús enumera una serie de lamentaciones para denunciar dos deformaciones religiosas típicas: la hipocresía y la vanidad. Y es que cuando las personas se focalizan en el cumplimiento externo meticuloso, suele haber detrás un corazón olvidado de la justicia y el amor. Este duro discurso de Jesús, también debe decirnos algo hoy; cuántos de nosotros nos convertimos en “Cristianos de Vitrina”, nos gusta aparentar lo buenos que somos, colocarnos en sitios destacados para que nos vean, que la gente nos admire por lo que aparentamos ser y no somos. ¿Puedo distinguir y discernir estas dos realidades en mi vida? “La justicia y el amor de Dios” es lo que importa. Roguemos para que podamos alivianar las cargas de otros, y ser una Iglesia compasiva.
La hipocresía mantiene una apariencia engañadora. ¿hasta dónde actúa en mí la hipocresía? ¿Hasta dónde actúa en nuestra Iglesia?