+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir.
Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!» Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario.
No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: «¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca».
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad”.
Palabra del Señor.
Reflexionemos
El evangelio de Lucas nos presenta a Jesús instruyendo a sus discípulos y enviándolos a predicar de dos en dos. Las palabras de Jesús discurren entre las dificultades y consideraciones. El estilo misionero de Jesús tiene sus luces, que nada tienen que ver con las fuerzas mundanas. Primero pide oración para que haya más obreros para el cuidado del pueblo, para predicar, para el cuidado de quienes aceptan la llegada del reino de Dios, anunciado como ya presente. Luego, les instruye para que su evangelizar sea una predicación que lleve implícita un testimonio de vida, importante para ser creíbles. Finalmente les hace tomar conciencia de la responsabilidad de su anuncio, que es un anuncio de paz. Nuestra misión, a pesar de los rechazos, será siempre seguir anunciando el Reino de Paz que trae El Señor. Hace ya un tiempo, el Papa Francisco nos ha dicho algo que vale la pena recordar: “La Iglesia ha de salir de sí misma a la periferia, a dar testimonio del Evangelio y a encontrarse con los demás”. “¿Estamos decididos a recorrer caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de respuesta?»
Estamos en un mes misionero, hoy como aquellos discípulos, somos enviados: ¿Somos espectadores o protagonistas de este desafío? ¿Hemos sido contagiados por el virus del inmovilismo y la indiferencia frente a todo lo que está fuera de nuestro radio personal?