Loading

Mateo 19, 30-20, 16: ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?

21 de Agosto 2019     Freddy Araya    

martes 18

0
Compartidos
0

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

Jesús dijo a sus discípulos:
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: “Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron.
Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?”
Ellos les respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Entonces les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña”.
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros”.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: “Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada”.
El propietario respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.

Palabra del Señor.

Reflexiona

Hoy en el Evangelio Jesús nos regala una parábola escandalosa y desconcertante sobre la bondad de Dios. Su bondad es un misterio porque con criterios y categorías humanas no lograremos nunca definirlo o encerrarlo. Es relativamente fácil afirmar que creemos en Dios. Pero creer verdaderamente en el Dios de Jesús es todo un reto. Su bondad va más allá de cualquier sentido de justicia, pasa olímpicamente de méritos o privilegios, ama a corazón abierto, perdido definitivamente en el amor por todos y cada uno de sus hijos. Es incondicional sin ser injusto con nadie. Muchas veces, los que creemos estar en posesión de la verdad y haber cumplido siempre como buenos hijos, no entendemos que nuestros padres y nuestros abuelos traten a algunas personas “como si nunca hubiera pasado nada”. No es extraño que quienes han sido directamente ofendidos o sí merecerían una disculpa callen mientras otros levantamos la voz: “pero con lo que ha/han hecho”, “pero sin pedir perdón”, “¡pero cómo tienen cara!”… Por eso sigue resonando hoy esa pregunta del evangelio: ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno? La mirada de Dios sobre nuestra vida y nuestra realidad, es distinta… nuestra categoría de “justicia” no logra comprender y se ve sobrepasada… Aquí hay una gran invitación a dejar empeñarnos en enseñar al Señor cómo ha de tratar a cada uno de sus hijos.

La acción de Dios supera nuestros cálculos y nuestra manera humana de actuar. Sorprende y a veces incomoda. ¿Ha ocurrido a veces en tu vida? ¿Qué lección saca?

Categories: Evangelio diario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Valoración*