+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Jesús dijo:
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Palabra del Señor.
Reflexión
El texto de hoy nos regala una gran noticia que vale la pena considerar. Entre quienes reciben la Palabra y se dejan transformar por el anuncio del Señor, están los pequeños. Son todos aquellos a quienes el mundo considera inferiores o demasiado simples. Si nos detenemos a pensarlo y a “sentirlo” ese anuncio es una más maravillosa noticia que el ser humano puede recibir. Sólo que a veces no queremos ser esos pequeños, nos gusta estar entre los “sabios y entendidos” y esa revelación se nos desdibuja un poco, porque creemos “saber” lo suficiente sobre Dios y su salvación. Y así nuestros oídos, nuestra mente, nuestro corazón, no se abren a Él con la alegría ilusionada de quien espera al Dios que es novedad cada mañana y cada tarde de nuestra vida. Hoy debemos sentirnos llamados a dejarnos empapar por la revelación que El Señor nos entrega, porque recibir la revelación del Hijo por los más diversos caminos es lo más maravilloso que le pueda suceder a un ser humano. El engrandecimiento que proviene de Dios enaltece y ennoblece a la familia humana.
En tu búsqueda de Dios, ¿pones tu confianza en tu saber e inteligencia, o te dejas guiar por la sabiduría de Dios? ¿Qué atención prestas a tu relación con Jesús? ¿Escuchas su Palabra?