+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
Junto a la cruz de Jesús, estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquella Hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
Reflexión
La Iglesia hace memoria hoy de la Virgen María, bajo la advocación de Madre de la Iglesia. Y en esta fiesta, el Evangelio de hoy acentúa la condición de María Madre, al recordar las palabras de Jesús en su agonía: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Es curioso que Jesús no dice ahí tienes a Juan. El discípulo amado ha adquirido la condición de hijo y en él nos ha incluido a todos. Esas palabras, “ahí tienes a tu hijo” son sorprendentes. María no tiene otro hijo que Jesús y, sin embargo, es como si Juan se convirtiera por las palabras de Jesús en hijo. Al dirigirse a su madre y decirle “ahí tienes a tu hijo”, es como si la condición de María, como madre, se ampliara y acogiera en Juan a todos los hombres. Y ahí está la Iglesia, asamblea de creyentes, de la que ella se convierte en Madre. María es Madre del Hijo de Dios y a la vez Madre de aquellos que aman a su Hijo y los “bien-amados” de su Hijo, en conformidad con aquella frase de Jesús. A la luz de todo esto, nos vemos animados por esta Buena Noticia, pero a la vez comprometidos para ser capaces de “recibir” a María en nuestra casa.
En el discípulo a los pies de la cruz, Jesús nos invita a todos a acoger a su madre (nuestra madre), en nuestra casa ¿Cuál es o ha de ser nuestra respuesta a esa propuesta?
