+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
Antes de la fiesta de Pascua, Jesús lavó los pies a sus discípulos, y les dijo: “Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía.
Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; Yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: «El que comparte mi pan se volvió contra mí».
Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy.
Les aseguro que el que reciba al que Yo envíe me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio hoy hace memoria de un gesto que pertenece al Jueves Santo: Jesús lava los pies a sus discípulos. El gesto de Jesús de lavar los pies no es solo un acto de humildad, es también el acto salvífico que realiza para dar vida al mundo. ¡Servir engendra vida! La destinataria del mensaje es la comunidad cristiana. Si el lavatorio remite a la cruz, lo que pide el Señor es que el discípulo mire también a la cruz e imite su gesto de amor entregándose en un servicio de amor hasta el extremo, hasta dar la vida por los demás. Hoy el Maestro no se limita a una explicación: imprime el gesto de servicio en la memoria de aquellos discípulos, pasando inmediatamente a la memoria de la Iglesia; una memoria llamada constantemente a ser otra vez gesto: en la vida de tantas familias, de tantas personas.
El siervo no es mayor que su señor. ¿Cómo hago de mi vida un servicio permanente a los otros?