+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar. Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.
Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús. Al ver su fe, Jesús le dijo: «Hombre, tus pecados te son perdonados».
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: «¿Quién es éste que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?». Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: «¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados están perdonados’, o ‘Levántate y camina’?
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa». Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: «Hoy hemos visto cosas maravillosas».
Palabra del Señor.
Reflexión
En la escena que hoy nos presenta el evangelista Lucas, se encontraban cerca de Jesús, entre la gente, fariseos y escribas que, a juzgar por lo que sigue, no participaban de la enseñanza de Jesús con la intención de un cambio de vida. En este escenario y recordando que en ese tiempo los más sencillos creían que las enfermedades eran consecuencia del pecado, a la escena se suma un paralítico y los amigos que hacen lo posible para acercarlo a Jesús. Ante la dificultad de pasar entre la gran cantidad de gente, logran abrir el techo con buena puntería pues al bajarlo justo delante del Maestro sanador. Es admirable cómo estos hombres manifiestan su fe en el Maestro Jesús y cómo eliminan todas las barreras para poner al enfermo frente al dador de la salud y la vida. La reacción de Jesús ante esta osadía confiada es un hermoso ejemplo práctico de humanidad redimida. En primer lugar, perdona los pecados del paralítico y luego, restaura su discapacidad física; recupera al hombre en su total condición, alma y cuerpo, y, de paso, haciéndonos testigos de estas cosas maravillosas, nos recuerda a la comunidad creyente que todo aquello que hace sufrir a la persona, también todo daño que hunde su raíz en nuestro pecado, todo lo que de una u otra forma nos deshumaniza… es tarea prioritaria a atender desde el servicio de la fe, desde la predicación del evangelio, desde la construcción del Reino.
¿Cuál es la imagen de Dios que llevo dentro y que se irradia hacia los demás? ¿La de los doctores o la de Jesús? ¿Dios de compasión o de amenaza? ¿De qué cosas maravillosas, de la acción de Dios, soy testigo o anunciador hoy?