+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a sanarlo”.
Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: “Ve”, él va, y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer esto”, él lo hace”.
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El Evangelio de hoy es un espejo. Evoca en nosotros las palabras que repetimos durante la Misa antes de comulgar: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”. En tiempos de Jesús un judío no debía entrar en la casa de un pagano y eso lo sabe el centurión que ha oído hablar de la autoridad de la palabra de Cristo. Él sabe por experiencia que la autoridad consiste en vencer las resistencias y en hacer posible lo imposible. Su experiencia se vincula a la idea de los judíos sobre el poder milagroso y creador de la Palabra de Dios. Por otro lado confiesa su indignidad de hombre pecador frente a Dios. Tal vez, en un inicio llama la atención que el centurión solicita la acción de Jesús para su criado enfermo, hace gala de confianza en el Maestro y hasta tiene el detalle de evitarle ir para eludir la contaminación en la que incurría un judío al entrar en casa de un pagano. La total confianza del centurión en el poder sanador de Jesús tiene la respuesta esperada, pero no solo la curación de su criado, sino la ponderación de Jesús que aprovecha esta ocasión para subrayar la fe del pagano y decir así que éstos entran en la comunidad de los discípulos. A la luz del texto podemos detenernos y pensar en la fe activa en Jesús Salvador y en su fuerza redentora, pensar en la confianza que ponemos en Él y en su Palabra… y si es que realmente creemos lo que profesamos en la misa: “…una palabra tuya bastará para sanarme”.
Mirando la experiencia del centurión: ¿cuál es la experiencia personal que me lleva a creer en Jesús y en su poder sanador?