+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: “¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio de hoy nos dice que Jesús, al llegar cerca de Jerusalén, viendo la ciudad, empieza a llorar y a pronunciar palabras que hacían vislumbrar un futuro muy sombrío para la ciudad, capital de su pueblo. Jesús llora, pues ama su patria, a su pueblo, la capital de su tierra, el Templo. Llora porque sabe que las cosas no van bien, y es difícil que cambien, porque no se percibe ni valora la llamada de Dios dentro de los hechos. No se percibe con claridad el camino que podría llevarla a la Paz. Indudablemente con el evangelio de hoy, nuestra mirada se posa en nuestras ciudades y en toda nuestra realidad social, donde una inquietud del corazón de muchas personas es la paz. Basta con mirar los últimos acontecimientos, o con abrir un poco los ojos, los oídos y el corazón para darnos cuenta de esta gran necesidad. ¡Hay tanta violencia, conflictos que se dan dentro y fuera de nuestras fronteras! Para unos es un tema electoral; para otros, ocasión de poder y para muchos, preocupación honda mezclada con cierto sentimiento de impotencia. Si supiéramos lo que conduce a la paz… Hoy ese llanto de Jesús no nos puede dejar indiferentes, nos tiene que movilizar para que hagamos de nuestras ciudades un espacio de paz ¿estamos dispuestos?
¿Lloras a veces viendo la situación de nuestro mundo, de nuestras ciudades? ¿Jesús lloraría ahora? ¿Qué pasos estamos llamados a dar hoy?