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Lucas 12, 13-21: ¿Para quién será lo que has amontonado?

22 de Octubre 2018     Freddy Araya    
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+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas

En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia». Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?». Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas». Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’. Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios».
Palabra del Señor.

Reflexión

En el camino de Jesús, desde Galilea hasta Jerusalén, el Evangelio de hoy nos trae la respuesta de Jesús a la persona que le pidió que mediara en el reparto de una herencia. El texto evangélico nos adentra un poco más en este camino de soledad y encuentro con nosotros mismos, con Dios que nos habita, nos ama y es fuente de vida. Para ello tenemos que despejar el camino de falsos espejismos, de anhelos que no nos llevan a ninguna parte. No nos resulta tan ajeno hoy en día, ni el tema de las herencias, que tantos conflictos generan en las familias, ni tampoco el recurrir a Dios para pedirle que obre en nuestro favor. Escuchemos qué eco nos despiertan las palabras que Dios dirige al hombre rico de la parábola: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’. Es un buen momento para que miremos nuestras manos, escuchemos nuestros pensamientos. ¿Qué nos mueve, qué nos motiva, qué anhelamos? A veces se nos acumula la necedad como el polvo sobre los muebles, sin darnos mucha cuenta. Bueno, es hora de hacer un poquito de limpieza, desempolvar eso que nos hace ricos a los ojos de Dios y dejar que la vida se nos vaya en ello. Lo está en juego una hermosa herencia: la de los hijos e hijas de Dios.
Mirando nuestra realidad vemos como el consumismo crea necesidades y despierta en nosotros el deseo de acumular. ¿Qué hacemos para no ser víctima de la sociedad de consumo? ¿Qué hacemos para cuidar aquello que nos hace ricos a los ojos de Dios? 

Categories: Evangelio diario

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