¿Cómo veo y deseo que sea la Iglesia del mañana? ¿Qué imagen de la Iglesia inspira el Espíritu en mi interior? Evidentemente no puede ser otra que la Iglesia de Jesucristo, la de los Apóstoles, la de hombres y mujeres que dan su vida, la de niños pobres que se cobijan bajo la mirada atenta y cariñosa de las monjas, la de los pobres y pecadores que buscan consuelo, la de los curas que lloran porque también a ellos se les fueron las esperanzas, la Iglesia que no es opulenta ni jactanciosa, la Iglesia que va de a pié, la Iglesia que se llena de paciencia, la que pone en la Eucaristía el centro de su paciencia,
la que en la calle se encuentra con los borrachos, la que ama tanto la vida que sale a las calles con indignación, la que habla más con hechos que con palabras. También la iglesia callada frente a la atrocidad, que se queda muda sin saber qué hacer. La iglesia paralizada de miedo, esa Iglesia, la que se reconoce sin saber qué hacer. La iglesia más consiente de lo difícil que es amar, de los sufrimientos insoportables, esa Iglesia que vive con la vida de su pueblo, que llora, que se amarga con los que padecen infelicidad. Esa Iglesia es la que veo en el mañana, la iglesia que sinceramente es partícipe de las penas de todos, y deseosa de consolar, la que imparte perdón y está cerca de todos.
¿Qué te pide el Señor en este día?
¿Qué le dices al Señor antes de tu descanso?