+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará”. Y ellos quedaron muy apenados.
Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?” “Sí, lo paga”, respondió.
Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?” Y como Pedro respondió: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Desde hoy el Evangelio según San Mateo inicia el cuarto discurso de Jesús llamado “Discurso comunitario”, que está compuesto de dos partes; la primera es una exhortación a la atención a los más pequeños más una parábola y la segunda es una exhortación al perdón más una parábola; leemos hoy la primera parte. Entre los discípulos surgen anhelos de poder y grandeza, pero con la llegada de los tiempos mesiánicos los valores se invierten, no es el poder lo que hace grande al discípulo, sino la pequeñez, la humildad al modo del Señor; por eso Jesús coloca como ejemplo a un niño (recordemos que el niño se define por su indigencia en la sociedad judía del tiempo de Jesús); a raíz de esto el Maestro exhorta a acoger a los pequeños, porque así es a Él a quien se acoge. El versículo diez hace hincapié en el cuidado especial del Padre Celestial por los más pequeños, advirtiendo así a la comunidad cristiana que bajo ningún motivo es correcto o lícito marginar o despreciar a los pequeños, ya que el Señor se encarnó por ellos, como enseña el “logion” (=dicho) de Jesús recogido por Lc 19,10; Jesús enseña esto «para mostrar de modo más claro [comenta Cromacio de Aquileya] que no debía ser despreciado ninguno de aquellos pequeños que creen en Cristo, por quienes vino de los cielos el Hijo de Dios y a quienes salvó por su pasión». La parábola de la oveja refuerza la enseñanza del Señor. Es deber de la comunidad cristiana cuidar que ninguno de los pequeños se pierda, «a fin de que al Pastor no le falte ni carezca de nadie» (Apolinar de Laodicea); por eso todo discípulo, toda discípula debe ir detrás del pequeño extraviado para rescatarlo, como hace el pastor. Es un deber ineludible.
¿Quiénes son hoy los pequeños? ¿Siento que he marginado o despreciado a los pequeños? ¿He buscado el “poder” en la Iglesia?