+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Al regresar los setenta y dos discípulos de su misión, Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:
“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos:
“¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos en la primera semana del Tiempo de Adviento, que tiene como función prepararnos para la Solemnidad de la Navidad. Recordemos que desde el Domingo recién pasado (el Primero de Adviento) hasta el día 16 de diciembre corresponde la primera parte de este tiempo en la que se nos invita a meditar en la que llamamos Segunda venida del Señor o Parusía (=presencia visible). Hoy nos corresponde la lectura de un texto del Evangelio según San Lucas, que se puede dividir en dos partes, un himno y una bienaventuranza. En primer lugar, un himno de alabanza (Lc 10,21-22) en boca de Jesús, el cual se alegra en el Espíritu Santo; el breve himno nos muestra tres cosas: la acción del Mesías en favor de los pobres y desheredados, el gozo como característica de la era mesiánica y la acción destacada del Espíritu en la obra del Mesías. En segundo lugar, San Lucas nos presenta una bienaventuranza (Lc 10,23-24) que nos muestra el carácter excepcional de la misión de Jesús; esto porque los profetas y reyes, figuras destacadas de la Antigua Alianza vivieron con la esperanza de ver los tiempos mejores, pero no los vieron; en cambio los discípulos de Jesús son dichosos porque tienen el especial privilegio de ver el cumplimiento de todas las promesas de la Sagrada Escritura (desde Abraham hasta Juan Bautista), ahora, en la persona, la actuación y predicación del Maestro de Nazaret. Comenta San Carlos Borromeo: «Nos encontramos en este tiempo celebrado con tanto fervor y, como dice el Espíritu Santo, tiempo de favor divino, período de salvación de paz y reconciliación; tiempo ardientemente deseado hace muchos años a través de los deseos y aspiraciones insistentes de los antiguos patriarcas y profetas y que, finalmente fue visto por el viejo Simeón con gozo desbordante [Lc 2,29-32].
¿Experimento el gozo de conocer a Jesús? ¿Me dejo mover por el Espíritu Santo? Jesús actúa en favor de los pobres y desamparados ¿Qué hago yo?