+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen, y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.
Palabra del Señor.
Reflexión
Las dos últimas semanas del Tiempo durante el Año (33 y 34) tienen un marcado tinte escatológico (sobre las realidades últimas) con la Solemnidad de Cristo Rey, la lectura del Apocalipsis en la primera lectura y el Discurso escatológico del Evangelio según San Lucas. Seguimos leyendo el Discurso escatológico de Jesús y, en el texto de hoy, se tocan dos temas, el primero la destrucción de Jerusalén y el segundo la venida del Hijo del Hombre. No hay una relación directa entra la destrucción de la ciudad santa y la venida del Hijo del Hombre, pero para Lucas la destrucción de Jerusalén no es algo puramente histórico (acaecida el 70 DC), sino que la cataloga como el inicio del tiempo de los paganos, es decir, Israel rechazó al Mesías, por eso los paganos que destruyen la ciudad son ahora los destinatarios de la misión (como el mismo Lucas nos lo mostrará en el libro de los Hechos de los Apóstoles), ellos deben ser evangelizados hasta que se cumpla el tiempo en que Israel vuelva al Señor (Lc 13,35), porque el Señor no abandona a su Pueblo y no dejará de cumplir sus antiguas promesas. La venida del Hijo del Hombre es la esperanza final del cristiano, el discípulo y la discípula no deben estar preocupados de buscar señales extraordinarias (como las descritas por el lenguaje apocalíptico de Lucas), ya que las señales están en la enseñanza de Jesús; lo que deben hacer los cristianos es esperar y anhelar el Día del Señor, porque, llegado el Hijo del Hombre, llega la verdadera y definitiva liberación. En definitiva, el cristiano fiel espera la Venida de Jesús no con miedo, sino con esperanza y alegría, firme y con la cabeza en alto para saludar al Hijo de Hombre su justo Señor y Juez.
¿Cómo espero el día del encuentro con Jesús, con esperanza o con miedo? ¿Anhelo el encuentro definitivo con el Señor? ¿De qué necesito que el Señor me libere?