+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.
Palabra del Señor.
Reflexión
Seguimos avanzando en la última semana del Tiempo durante el Año y, poco a poco nos vamos acercando al inicio de un nuevo Año Litúrgico con el Tiempo de Adviento, que se inicia este Domingo que viene. El Evangelio según San Lucas nos está presentando el Discurso escatológico de Jesús (Lc 21,5-36), este es un sermón sobre las “realidades últimas” en la “historia de la salvación”, cuyos temas son la destrucción de Jerusalén, el fin del mundo y la venida del Hijo del Hombre. Usando un lenguaje de corte apocalíptico, o sea, lleno de llamativas y simbólicas imágenes cósmicas, el discurso describe toda la historia que debe pasar la humanidad antes de que sea el Día del Señor; es muy importante recordar que este llamativo “lenguaje apocalíptico” es un lenguaje lleno de simbolismos, por eso es por lo que no se deben confundir las catástrofes, que acontecen en la historia de la humanidad, con la Venida del Señor. Además, el Señor, que ha encontrado el rechazo a lo largo de todo su ministerio, primero en Galilea y, ahora, especialmente en Jerusalén, anuncia, con esta enseñanza, las dificultades que han de afrontar sus discípulos a lo largo de la historia, sobre todo la persecución, como lo fue, efectivamente las que ocasionaron, primero los judíos y después los romanos, pero también a lo largo de todos los siglos hasta el día de hoy. Pero este Jesús rechazado será vindicado y dará fuerza a sus atribulados seguidores; el Señor anuncia que sus discípulos no estarán solos en la tribulación, ya que él mismo los asistirá y acompañará para que, mientras sean “odiados por todo el género humano” (dice Tácito), puedan dar testimonio de Él con elocuencia (como San Esteban en Hch 7 y San Pablo en Hch 21-26) y salvar así sus vidas.
¿Soy capaz de testimoniar a Jesús en un ambiente cada vez más hostil? ¿Cuál ha sido la dificultad más grande que he experimentado en mi vida como cristiano (a)? ¿Conozco la situación de nuestros hermanos perseguidos hoy? ¿Rezo por ellos?
